En una semana de enero de 2015 escribí Cartas a Florencia. Antes de Naturaleza de amor, e Himnos de romance.
Y fue que allí
estabas,
suave y bonita.
Empapada de lágrimas,
sonrisa algo tímida,
ojos color a triste,
aún hermosos.
Te miro tranquilo,
sin sobresalto.
Quiero darte paz,
pero es a la inversa.
Me quedo feliz,
enamorado a primera
vista.
De pronto charlamos
y ¿sabes? Me gustas.
Ya no hay camino para
evadirlo
no me imagino
solo, sin verte.
Aunque corro peligro,
nos despedimos.
Te digo nos vemos
pero al fin, por las
circunstancias,
no sé cuando será.
Si acaso volvieras
el amor se encendiera
ahora sin vueltas
te diría al oído
cuánto te quiero.
Te pediría, que
te cases conmigo.
Te amo, no sé cuanto.
Es muy prematuro, lo
sé.
Pero tengo confianza
en lo que siento por
ti.
Te haría alabanzas
pero no me animo,
me pone en lucha con
mi destino.
Destino incierto que
tal vez
cambie un día.
Ojalá sea por tu
compañía.
Te quiero, te amo
casi por nada.
Es que tienes un
ángel
rodeando tu cara.
Y siembras amor en
cada mirada.
Tu simpatía, no tiene
límites
eres hermosa, suave y
delicada.
Este poema no tendrá
fin,
mientras yo viva
estaré enamorado.
Los sentidos me
niegan
distraerme.
Me vuelvo loco,
pero me calmo,
al menos estarás en
mi alma,
junto a mi corazón
todas las noches y días.
Como una melodía
que cantase Cupido.
Te busco en todas las
caras,
veo caras lindas,
algunas hermosas
otras tristes o
alegres.
Pero no encuentro la
tuya,
ninguna tan luminosa,
no las hay tan
trasparentes,
tan cristalinas o
diáfanas: tan clara o fácil de entender.
Tan bellamente tersa.
Un rostro del cuál
sale luz.
No veo la cara de mi
amor en la multitud;
aún acompañado me
siento solo.
Solo de una manera
abrumadora.
Solo sin ti.
Te busco en la calle,
en los transeúntes,
dentro de los
automóviles que circulan indolentes
y sin transportarte.
Me imagino en el cine
contigo, pero cuando encienden la luz
tampoco estás ahí.
Aún difícil, tengo
ganas de verte
y confío que más o
menos temprano
te encontraré en tu
individualidad;
tu dulce persona,
tu atractiva mirada,
la cuál devuelvo y me
consume en amores.
Me desvelo por
tenerte aquí a mi lado,
sueño que seas una
canción que juntos podamos cantar.
Quiero que estés,
quiero verte, quiero que seas
la poesía que enamora
mi alma.
¿Sabes? No te conozco
pero solo haberte
visto
suave y bonita, dulce
y tranquila
me hace buscar tu
mirada
hasta encontrarla.
Aunque la búsqueda
sea ardua,
interminable
y consuma mi vida.
No será en vano.
Eres lo más bello que
hay
con tu simpatía,
mirada angelical
y ternura sin fin.
Me gustas,
ya no podré olvidar
las tímidas
conversaciones.
Es que muy tímido
soy.
Disfruto mucho
contigo
al abrigo de tus ojos
tu sonrisa
trasparente.
Apenas sobrevivo sin
verte,
gracias por existir
porque me devolviste
las ganas de vivir.
Desde que te conozco
no paro de soñar
ya no deseando estar
despierto.
Una nítida imagen
tengo de ti
ya no me puedo
concentrar.
No obstante necesito
seguir.
Eres importante en mi
vida
no te das cuenta
quizás.
Pero sí que me
gustas.
No sabes cuánto.
Yo no sé como pasó
pero es lo que siento
por ti.
Solo me siento un
príncipe
cuando estoy contigo
princesa
aunque no sé llegar.
En tu ausencia solo
me queda la poesía.
Es que mi corazón te
eligió,
a prima impresión
fue.
Ya no sé como voy a
seguir sin vos.
Me consume el fuego
del amor
la ansiedad de la
ausencia
la espera por verte.
Me gustas,
tampoco el infinito
es grande al lado
de lo que siento por
ti.
Desde que te vi, no
hago otra cosa
que refugiarme en la
poesía.
Quiero decirte cuánto
te quiero
es que eres dulce y
bonita,
profunda y de alma
hermosa.
Tú eres espontánea,
pura,
el rescate de mi
vida.
Has encendido la
chispa
que ya no deja que
sienta pena.
Me das la valentía de
enfrentar los días.
Larga vida a ti
princesa!
Eres el entusiasmo de
mi vivir cotidiano.
Ojalá algún día te
pueda compartir
esta poesía.
Y lleguemos lejos,
juntos, si es nuestro destino.
Por lo que me diste Florencia aún sin saberlo. Te deseo felicidad.
Daniel Bonfi
Bendiciones, bendíceme, bendícenos. Amén
En el nombre del Padre. Amén.